martes, 7 de octubre de 2008

Las píldoras de la felicidad

Iba yo caminando hacia el metro esta tarde, cuando se ha levantado un leve viento. Al levantar la mirada he visto a los gigantescos plataneros meciéndose sinuosamente. Me he parado, omnuvilada por semejante visión. Era como ver a unos viejos gigantes danzando al son de una hermosa melodía... No sé, me ha resultado increíblemente poético. He seguido andando y de repente me he encontrado sonriendo como una tonta mientras recreaba la imagen en mi mente. Resulta extraño como algo tan simple, tan cuotidiano, pueda proporcionarte esa sensación de bienestar; ha sido como tomar un chupito de felicidad.
No sé si será el estrés causado por el ritmo vertiginoso al que estamos condenados a vivir; pero a veces olvidamos que la verdadera felicidad se halla en los pequeños detalles. Son como pequeñas píldoras de felicidad repartidas en nuestro día a día; sólo tenemos que pararnos un poco para verlas y disfrutar del placer que nos proporcionan.
Esta pensando en estos momentos durante el trayecto en metro (es lo que tiene el metro en hora punta; que la avalancha de gente hace que tu mente tome precauciones creando una especie de burbuja aislante, donde, a veces, te da por pensar en nonadas) y resulta que mi vida se encuentra plagada de ellos: cuando la calidez ligera del sol otoñal acaricia mi cara; cuando paso al lado de el Palau de la Música (tengo la suerte de trabajar al lado de esta maravillosa obra arquitectónica) maravillándome con sus formas y colores; cuando mi gato se acuesta sobra mis piernas y ronronea; cuando llego a casa tras el trabajo y me descalzo... Son momentos que vivo casi a diario y que nunca me había parado a pensar lo que significaban para mí.
Os animo a que penséis en las cosas que os hacen felices a vosotros, en vuestras píldoras de la felicidad, y a tomarlas sin medida algunas... Son mano de santo.

domingo, 5 de octubre de 2008

Hécuba

Una de mis pasiones es la mitología, sintiendo predilección por la mitología clásica. Disfruto leyendo historias de mitos, así como tragedias griegas. Me gustan, en parte, por el sabor agridulce y el sentimiento cálido de tristeza que destilan algunas de esas historias. Entre todos todos los mitos siento especial cariño por dos de ellos, curiosamente relacionados entre sí: Hécuba y Cassandra.
Ambas narraciones despiertan en mí un sentimiento de nostalgia y ternura, y ambas me parecen
terriblemente catastróficas.

Hécuba fue la segunda esposa de Príamo, rey de Troya. Cuentan de ella que fue una madre excepcional y una esposa ejemplar. Tuvo 50 hijos, 31 de los cuales pertenecían al anterior
matrimonio de Príamo, aun así, cuidó de todos ellos como si de los suyos propios se tratasen.
Hécuba, a mi parecer, fue la gran perdedora de la guerra de Troya: vio morir a sus hijos, víctimas
del horror de la guerra; vio como Aquiles vilipendiaba el cuerpo sin vida de su primogénito, Héctor, arrastrado por un carro frente a las murallas de su ciudad; vio como los griegos tomaron Troya, quemándola y arrasándola, vio como las troyanas fueron violadas y esclavizadas...
Dicen que Hécuba fue entregada como esclava a Odiseo, artífice de la caida de Troya. No obstante, las desgracias habían hecho mella en la cordura de ésta y de su boca sólo salían lamentos y gritos desgarradores, mientras lloraba desconsolada por la muerte de sus hijos. Odiseo la abandonó en una isla a su suerte y los dioses, apiadándose de ella, la transformaron en perra.

Como sucede en la mayoría de mitos, existen versiones para todos los gustos. En una de ellas, quizás versión más extendida, nos cuentan que fue metamorfoseada en perra como castigo y no como liberación. Polidoro, uno de los últimos hijos con vida de Hécuba, es asesinado a manos del troyano Polimestor. Cuando Hécuba descubre el cadáver de su hijo decide vengarse y elabora un plan que se salda con la muerte del asesino de su hijo. Los griegos, para castigarla por este crimen, deciden lapidarla. Una vez que retiran las piedras no hayan el cadáver de la reina de Troya, sino el de una perra con mirada fulgurante.

Yo prefiero quedarme con la primera versión (llamadme romántica o inocente), pero me niego a
pensar que puedan recaer más castigos sobre un alma tan maltratada.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Siempre me ha interesado el origen de las cosas; ya no sólo porque crea que para entender algo bien tienes que remontarte a sus raíces, sino porque considero tremendamente interesantes el cariz que toman algunas evoluciones. Es por ello que siempre he sentido simpatía por la etimología. Me fascina ver como evolucionan los vocablos, como algunos cambian sus significados, como evolucionan morfológicamente…

A continuación pongo algunas etimologías que me resultaron curiosas.

Ok --> Esta palabra se originó durante la guerra de secesión. Cuando los soldados regresabas a sus cuarteles apuntaban en una pizarra el número de bajas sufridas en la batalla; por tanto, cuando no había habido ninguna baja apuntaban ‘0 Killed’. De ello nace esta expresión para designar que todo está bien.

Bigote--> En la España de Carlos V abundaban los militares Germánicos, los cuales lucían grandes mostachos. Estos militares solían utilizar como muletilla de muchas de sus frases la expresión ‘By God’, que fonéticamente resultaría algo así como ‘bi got’. Fruto de esta relación nace tan curiosa palabra.

Fuck--> Antiguamente, en Inglaterra, la gente no podía mantener relaciones sexuales sin el consentimiento del rey, teniéndole que solicitar a éste un permiso para tal fin. Cuando el permiso era aprobado les entregaban una placa, que debían colgar en la puerta, y que ponía: "Fornication Under Consent of the King". Las siglas de esta frase dan origen a tal palabra.

Glamour --> Esta palabra es de origen escocés y se remonta a la voz griega ‘grammatiké, que a su vez origina la palabra "gramática". ‘Grammatiké’ deriva en el término escocés ‘grammarye’ que significa ‘saber’. Debido a la creencia popular que relacionaba el conocimiento con las artes mágicas, esta palabra pasó a significar "saber oculto, magia". Poco a poco se ha ido disociando de la magia, conservando sin embargo su relación con ‘encantar’.

Siniestro --> Esta palabra procede del latín ‘sinister’ y, originariamente, significaba izquierdo. Debido a la antigua costumbre de relacionar el lado izquierdo con el mal, la palabra fue adquiriendo connotaciones negativas. Poco a poco fueron relegando ‘siniestro’ para designar ‘maldad’, utilizando un nuevo vocablo de origen no latino para ‘izquierdo’.

viernes, 22 de agosto de 2008

Va de palabras

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Yo difiero de tal afirmación. Una imagen es estática, la ves y tu mente la procesa tal cual, dejando sin cabida a la imaginación. Las palabras en cambio son otro mundo. Con palabras puedes elaborar una descripción perfecta; puedes hacer que tu interlocutor visualice, con sublime perfección, lo que le deseas transmitirle y, aun así, dejar que su mente imagine y se recree en ciertos aspectos, modelándolos a su antojo. Hay mil palabras para utilizar en una descripción precisa, algunos matizan la idea, otros hacen que la sientas. A mí, personalmente, me encantan las palabras onomatopéyicas. Me gusta escucharlas, porque casi puedo sentir la realidad que designan, y me gusta pronunciarlas. El ‘zigzagear’ de un río; el ‘aullar’ del viento, el ‘ronroneo’ de un gato, el ‘crujir’ de la madera vieja… Y mi preferida: susurro… Es una palabra realmente bonita, no sólo a nivel fonológico, sino a nivel fonético. De sonoridad sutil, de apacible sentimiento, de bello contraste… Tal vez sea sólo una palabra más, pero capaz de despertar miles de sentimientos.

sábado, 9 de agosto de 2008

Lilith: Parte I

Un soplo de aire caliente se coló por las grietas de la vieja puerta de madera, haciendo vacilar la llama de la vela. La habitación quedó sumida en un grotesco baile de sombras por unos instantes, lo que sacó de sus cavilaciones a William. El joven monje echó un vistazo a la austera habitación. Todo parecía estar igual: La astillada y minúscula mesa de madera ubicada en un rincón, junto a la ventana; la vieja silla, llena de carcoma; el torcido estante cargado de libros de hojas amarillentas... Sin embargo algo había cambiado. Un escalofrío recorrió su nuca. Se levantó de la cama, donde había estado sentado hasta el momento, y se dirigió hasta la pequeña ventana. El cristal estaba empañado y frío. Pese a que no era excesivamente tarde, fuera había anochecido hacia unas pocas horas. Una ventisca azotaba las ramas del viejo sauce, haciendo que éstas golpearan el cristal. El viento aullaba sin cesar, dándole un aspecto más siniestro a aquella noche de invierno. William se quedó observando aquel paisaje oscuro al que estaba tan acostumbrado. En realidad a William le encaba aquello. Estaba acostumbrado al yermo paisaje que ofrecía el exterior del viejo monasterio... y lo reconfortaba. El silencio, la tranquilidad... Allí podía meditar y rezar durante horas, sin distracciones. La mayoría de monjes optaban por pasar la temporada invernal en el monasterio de la ciudad; pero él prefería la tranquilidad que se le brindaba lejos de la urbe.
Pasó la mano por el cristal húmedo y entonces vio reflejado un rostro. Se giró rápidamente, con la boca abierta, a punto de soltar una exclamación; pero ahogó el grito en su garganta al reconocer la figura que estaba sentada en la cama. Cerró la boca y esbozó una sonrisa sesgada.
- Otra vez tú -, dijo mientras alcanzaba la silla y tomaba asiento -. Creí que no te estaba permitido entrar en la casa de Dios.
La joven se retiró la capucha de la cabeza, dejando al descubierto un bello rostro que parecía esculpido en mármol. Los ojos, enmarcados por unas tupidas pestañas, de color violáceo se clavaron en los del joven.
- Técnicamente, esto no es la casa de Dios -, dijo mientras se encogía de hombros -. En realidad esto es sólo tu alcoba.
William sonrío mientras echaba hacia delante el peso de su cuerpo.
- En realidad aquí tampoco eres bienvenida -, dijo mientras su voz adquiría un tono amenazante.
La joven resopló para apartarse un mechón de pelo negro que caía sobre su cara.
- ¿Qué tal va el libro William? -, preguntó sin dar más importancia al comentario del monje.
El rostro de William se contrajo en una mueca de sorpresa y de enfado.
- ¿Cómo sabes…? -, balbuceó.
- Yo sé muchas cosas -, interrumpió la joven -. Ya te lo dije William.
- ¿Qué quieres de mí?
La joven se levantó de la cama y se dirigió hacia la ventana. Sus ojos seguían los movimientos del sauce mecido por el viento. Un incómodo silencio inundó la pequeña alcoba.
- La pregunta no es lo que quiero yo de ti, sino lo que tú necesitas de mí -. Dijo mientras se giraba hacia William -. Verás, tú estas escribiendo un libro sobre el Génesis… Necesitas información. Yo tengo información de primera mano -, dijo con un tono melancólico.
Los ojos claros del joven miraban inquisitivos a la mujer.
- Ya. ¿Y a cambio?
- Nada.
- ¿Nada?
- En realidad se trataría de un intercambio. Tú buscas una historia que contar… Yo busco a alguien dispuesto a contar una historia.
- Cuéntala tú misma -, dijo el joven tajante.
- Podría -, dijo la chica mientras sonreía -, pero ¿quién iba a querer leer un libro escrito por una renegada? -. Un suspiro se escapó de sus pálidos labios -. ¿Quién va a querer escuchar la palabra de Lilith?
- No estoy interesado, lo siento.
William se levantó de la silla bruscamente y se dirigió a la puerta con grandes zancadas.
- No estarías obligado a escribirla -, gritó Lilith -. Sólo… -, el tono volvió a suavizarse en cuanto la figura de William se paró -. Sólo escúchala. Tú escucha mi historia y haz lo que quieras con ella. Puedes olvidarla si lo deseas, escucharla no te obliga a nada.
- Está bien -, dijo el joven mientras se sentaba en el suelo -. Luego te irás y no volverás a molestarme -, añadió.
Lilith asintió lentamente.
- Palabra de Lilith.

martes, 22 de julio de 2008

...

Hacía muchísimo tiempo que no actualizaba; en parte por estar absorbida por el curro, en parte por el calor sofocante que hace en mi casa (el portátil es un elemento non grato en mi casa durante los meses de calor). El caso es que me entristece que el motivo de la actualización de hoy sea por la muerte de mi gata.
Hoy se lo quiero dedicar a ella, porque se lo merece y porque la voy a echar un montón de menos. Quizás la gente que no tenga, ni haya tenido animales, (o a los que simplemente no les gusten) piensen que es una chorrada estar afectada por el hecho de la muerte de una mascota... No obstante las personas que tengan la alegría de tener a un animal conviviendo con ellas entenderán perfectamente de lo que hablo.
Se llamaba Nala... Un nombre muy poco original para una gata (o ñoña, según se mire); pero a mi madre le marcó 'El rey león'. Yo hubiera preferido que se llamara Morgana, para que no desentonase con el nombre de mis otros gatos (los mágicos Gandalf y Merlín). La encontré con dos meses. Iba caminando por la calle y la vi. Procuré apartar la vista hacia otro lugar, porque me conozco y me entristece mucho ver a los animalitos abandonados en la calle. Yo tengo 2 gatos más y una perra, por lo que tampoco puedo ir adoptando todo lo que me encuentre (que más quisiera). El caso es que ella me vio y, lejos de adoptar la actitud huidiza propia de los gatos callejeros, se me acercó, me maulló y comenzó a seguirme. Yo me paré y entonces se me intentó subir. Fue entonces cuando supe que, a pesar de la gran bronca que me llevara, esa gata iba a formar parte de mi familia. Me fijé en sus ojos, verdes y terriblemente expresivos. Estaba contenta, como si llevara tiempo esperándome. La acaricié con mucho cuidado y me dí cuenta de lo sucia que estaba. Era blanca y negra, aunque en ese momento era más negra que blanca, ya que una gruesa capa de grasa cubría su pelaje. La cogí en mis brazos y fui para casa.
No tardó en hacerse con el resto de animales. Merlín, con su paciencia característica, ejerció el papel de madre. La limpiaba; estaba pendiente de ella; aguantaba sus mordisqueos mientras dormía la siesta... Con la perra tardó un poco más en acostumbrarse. Al principio le daba miedo acercarse a ella, pero la curiosidad gatuna acababa por vencer y, aprovechaba cuando dormía, para acercarse a ella muy despacito y olerla. Siempre le ha llamado mucho la atención el pelo largo de la perra.
Tenía las patas ligeras y no le gustaba que le rascaran la barriga. Si lo hacías, rápidamente, te apresaba tu mano entre las garras y se las llevaba a la boca. Si te resistía apretaba, pero si dejabas la mano quieta se quedaba dormidita con tu mano cogida. Se tendía en la silla, o en la mesa, y animal que pasara por debajo, animal que le daba con la pata. Con su eterna sonrisa y sus ojos traviesos. Le gustaba tirar todo lo que te dejarás en la mesa: bolis, mecheros, gafas... Y le encantaba robar pan. Lo robaba y lo escondía debajo de la cama de mis padres. Luego volvía a por más.
Dormía casi siempre con Merlín, bien pegadita a él, abrazándolo con su patita... Una imagen digna de ver. Por la noche dormía en la cama, bien pegadita a tí.
Recuerdo cuando vino... Por la noche se venía a la cama conmigo y con Merlín, y mordisqueaba al pobre gato hasta que se quedaba dormidita. Merlín cuando la escuchaba entrar en la habitación se quedaba muy quieto. Luego vino el celo, y las noches en vela maullando. Yo me la llevaba a mi cama y la acariciaba hasta que se quedaba dormidita, en la almohada. Esa manía la tuvo hasta que me fui de casa de mis padres, dormía en mi almohada. Incluso recién operada, con la campana en la cabeza se acostaba allí. Yo, para no molestarla, dormía en poses imposibles, que al día siguiente me pasaban sus correspondientes facturas... Pero no me importaba.
Así han pasado tres años.
El año pasado le dio un brote de estrés y se peleó con los demás gatos. Estuve tres días haciendo acercamientos, con toda la paciencia del mundo, hasta que finalmente todo volvió a la normalidad. Durante esos tres días ella estuvo encerrada en una habitación... Me daba tanta pena, que cuando los vi de nuevo juntos fui la más feliz del mundo.
Hace unos días le volvió a pasar lo de la ansiedad. Paciencia, me dije. Estuvo 4 días encerradita... Pero además del brote de agresividad se puso mala y, mi madre tuvo que tomar la siempre difícil decisión de sacrificarla, ya que era tarde para operar. Ahora la habitación está vacía.
Me siento tan tremendamente triste, la hecho tantísimo de menos... Sin escuchar sus maullidos, sus ronroneos... Lo que más me duele es que no haya podido pasar sus últimos días en compañía de Merlín, Gandalf y Nikita. Gandalf no quiere entrar en la habitación y me mira con una mirada tan solemne que hiela la sangre. Merlín sí que entra a la habitación; pero no la busca, aunque anda triste por la casa. Es curioso como los animales asumen la pérdida de otro ser querido.
Siempre me queda pensar que le dí la mejor vida que pude darle, que le di una oportunidad y que fue feliz... Pero a la muerte una nunca acaba de acostumbrarse y el desconsuelo y el dolor son terribles...
Aun así nunca he querido dejar de tener animales... Te dan tanto amor, tanto cariño incondicional...
En fin... Que nunca te olvidaré Nala. Ni yo ni tus hermanos.

domingo, 18 de mayo de 2008

'ROMA es AMOR al revés'

Ayer dejaron de mutuo acuerdo la relación que mantenían durante años unos amigos míos… Me quedé presa de la admiración y la desesperanza. Quizás sea una tremendista o, quizás, sólo tenga una visión un tanto romántica de la vida… o, lo más posible, es que sea una egoísta. El caso es que sé que estas cosas pasan y que no es fin del mundo, que la vida sigue… y todo ese aluvión de frases topiquísimas que la gente dice en estos casos. Yo no dije nada… Me quedé muda. A decir verdad al principio de recibir la noticia me sentía indignada; algo así como un niño que, al recibir la noticia del divorcio de sus padres, se enfada con ellos, pensando en su propio beneficio y no en la felicidad de sus progenitores.

Lo bueno que tiene ser ‘adulto’ (y que conste que lo pongo entre comillas porque no me siento identificada con esta palabra, ya que según la R.A.E. el significado de adulto es: ‘’Llegado a su mayor crecimiento o desarrollo’’ y yo, por suerte o por desgracia, me hallo muy lejos de encontrarme en ese punto) es que tienes una capacidad de reflexión de la que carecen los infantes y que, dicho sea de paso, hacemos uso de ella en raras ocasiones. El caso es que me paré a pensar en el porqué de ese sentimiento tan desalentador. ¿Por qué estaba indignada? ¿Con quién? Porque desde luego con ellos dos no. Me di cuenta, con sumo horror, que ese sentimiento era fruto de un egoísmo apoteósico. Ya no podría volver a quedar con ellos dos, irnos a comer, a buscar castillos en la inhóspita tierra Altafullense, ya no podría disfrutar de esas risas que nos echábamos juntos… No me importaba si eran felices o no, lo que me importaba era que yo sí lo era. Una vez asumida la noticia, y tras su posterior recapacitación, logré cambiar ese sentimiento infructuoso, aunque solo logré matizarlo. Ya no era indignación lo que sentía, sino tristeza.

Soy una persona tremendamente monótona, llamadme aburrida si queréis, y en mi mente no encaja bien la idea de las cosas perecederas. Es por eso que me cuesta tanto asumir noticias como la muerte de algún ser querido o la ruptura de parejas de amigos. Eso ya no puedo cambiarlo… quizás es que no quiero. No creo en los cambios, creo en los matices. Al fin y al cabo la personalidad de un ser adulto no es más que la suma de cientos de pequeños cambios que nos ha otorgado la experiencia, pero la esencia es la misma.

Dejando de lado mis pensamientos filosóficos de andar por casa y, como he dicho al principio, también me sentí orgullosa de esta pareja. Tuve la oportunidad de hablar con ambos y comprobé que han acabado amistosamente… Incluso, yo me atrevería a aventurar, que más que amistosamente. Han acabado con la relación, con la pasión, pero continúan con el cariño y el respeto… Se siguen queriendo muchísimo. Se les cerró una puerta y ellos, inmediatamente, abrieron otra.

Moraleja: Aunque las relaciones ficticias disten mucho de aquellos finales felices al que nos tenían acostumbrados los cuentos (cuando daño hicieron los hermanos Grimm) vale la pena vivirlas porque siempre te acaban aportando algo… Y es que, otra de las cosas que he aprendido, no todo lo que deje de ser ‘feliz’ se convierte automáticamente en ‘infeliz’… Hay miles de matices por el medio.

sábado, 17 de mayo de 2008

La suerte gatuna

Adoro a los gatos. Si existiera la metempsicosis, me gustaría que mi alma se reencarnara en un gato casero. Me hechiza la elegancia lánguida de los felinos; sus andares, precisos y silenciosos; los maullidos parsimoniosos que emiten si los acaricias mientras duermen; sus ronroneos sosegados, que te acunan e invitan al sueño, como si de la más dulce de las nanas se tratara; sus ojos hipnóticos, que te miran con un mezcolanza de indiferencia y cariño… Pero si algo me gusta especialmente de estos animales es su percepción de la existencia. Los gatos nunca tienen prisa. Son capaces de tirarse mirando por la ventana durante horas, viendo como pasa la vida delante de sus ojos gatunos, disfrutando de ello.

Yo, que soy muy dada a estresarme, envidio esta cualidad sobremanera. Considero que el tomarse las cosas con calma es un placer que, a menudo, el mundo moderno no puede permitirse. Nos hemos centrado tanto en crear comodidades para nosotros mismos, que nos hemos olvidado de los pequeños placeres de la vida. La humanidad, dicen, avanza a pasos agigantados; yo difiero de ello. ‘Avanzar’ es un término que implica progresión; sin embargo, lejos de avanzar hacia un objetivo, creo que va a la deriva. No es culpa de nadie y a la vez es culpa de todos. Vamos a un ritmo tan acelerado que somos incapaces de tomarnos un tiempo para pararnos, reflexionar, fijar un objetivo y caminar tranquilamente hasta él.

Yo, como he dicho anteriormente, tengo la esperaza de poder reencarnarme en gato… De poder sentarme frente a la ventana en un día soleado y, con los ojos entrecerrados, contemplar el espectáculo que debe suponer ver a un mundo loco, corriendo de aquí para allá.

miércoles, 23 de abril de 2008

El cementerio de los libros olvidados

Hoy es Sant Jordi, festividad irónica donde las halla. Barcelona se llena de rosas y libros y las librerías se llenan de borregos en busca del último insulso best-seller.

Hoy, por tradición, se regala una rosa y un libro.
La rosa conmemora la gesta de aquel santo valiente llamado Jordi (llámenlo Jorge, llámenlo George); que, por inspiración divina, no sólo salvó la vida de una bella joven, si no que libró al pueblo de un mal con forma de dragón. De la sangre del animal, dicen, nació un rosal. Esto sucedió en Montblanc, para los catalanes, y en Capadocia, para los ingleses (si es que, quien no se conforma es porque no quiere).
El libro conmemora la muerte de grandes escritores como Cervantes, Shakespeare o, por qué no, Josep Plà (escritor mallorquín fundamental en la literatura catalana). No sé por qué, pero a mi me resultan más valientes las gestas de estos tres hombres. Hombres dedicados a la pluma intentando salvar a la humanidad de un mal en forma de incultura. Evidentemente, no lograron mucho…

Hoy, libros que yacían apenados en algún inhóspito rincón de una estantería del Fnac; serán traspasados a una bonita estantería, probablemente del Ikea, donde pasen el fin de sus días. La mayoría de ellos olvidados sin ser abiertos siquiera, en el mejor de los casos levemente hojeados. Y allí, mientras sus hojas se van tornando amarillas, esperarán ansiosos el próximo Sant Jordi, para recibir la incorporación de un nuevo camarada. Allí irán alimentando su odio hacía ese aparato extraño y estúpido que, inexplicablemente, acapara todas las miradas de los miembros de la casa.
Gracias a Dios, hay personas como mi madre, que siempre tiene algún libro en las manos… (yo a mi madre le estoy infinitamente agradecida por inculcarme el valor de la lectura desde bien pequeña).

De todas maneras, como he dicho antes, me gusta esta festividad; porque mientras sirva para que una sola persona, ya sea hojeando u ojeando un libro, descubra el placer de lectura, habrá valido la pena.

En fin… feliz Sant Jordi ^^

viernes, 11 de abril de 2008

El maravilloso mundo de los refranes y frases hechas

Soy una de esas personas que son extremadamente curiosas. Reza un dicho que la persona que es curiosa tiene un refrán para cada cosa... Quizás sea por ello por lo que recurro asiduamente a refranes y dichos populares para rebatir algo. Aunque claro, dicen también que la curiosidad mató al gato; no obstante, como del dicho al hecho hay un trecho, no me preocupa ser curiosa en absoluto. Para otras cosas, sin embargo, soy bastante precabida que en boca callada no entran moscas; por eso ver, oír y callar, ese es mi lema. Hay gente que habla por los codos y, claro, por la boca muere el pez; luego donde dije digo, digo Diego y ahí se lía la cosa porque a río revuelto ganancia de pescadores. Como os iba diciendo, soy una persona parca en palabras, que quien mucho habla mucho hierra. No suelo decir nada a no ser que no esté de acuerdo con algo... Tampoco soy de las que las mata callando; simplemente, como quien calla otorga, para que decir más si tengo una postura cercana a la tuya. Algunos diréis que para ser callada estoy muy conversadora hoy... Y no os quito la razón; pero es que hasta el mejor escribano hecha un borrón... y es que lo cortés no quita lo valiente... eso, o que la primavera la sangra altera, no sabría que deciros. Pues eso, que el mundo está lleno de malas palabras y malas personas, que encima andan rogando y con el mazo dando... Yo, a palabras necias, oídos sordos. Total, quien a hierro mata, a hierro muere. Me conformo con saber que a todo cerdo le llega su San Martín. Lo malo de este tipo de personas es que como un tonto hace a ciento pues... Aunque eso tiene su lado bueno, porque así los tienes localizados. Claro, es que Dios los cría y ellos se juntan... Por eso siempre lo digo, dime con quién andas y te diré quién eres. Yo, desde luego, siempre intento rodearme de personas con buenos sentimientos, que a quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. A los que tampoco puedo soportar es a los que intentan aparantentar algo que no son... Me resultan ridículos. Si aunque la mona se vista de seda, mona se queda... Y os voy a decir otra cosa, árbol que nace torcido jamás se endereza. Es por esto que hay que andar con mil ojos con los que ya te la han jugado una vez. Desde luego soy más del error confesado, mitad perdonado, que del ojo por ojo y diente por diente... Pero claro, eso no quita que ande con pies de plomo; que persona precavida vale por dos.
De todas maneras, os voy a confesar algo, siempre he sido de las que han pensado que en cada refrán hay una gran verdad; pero últimamente estoy hecha un lío. Porque claro, a quién madruga, Dios le ayuda; pero no por mucho madrugar amanece más temprano... Y vísteme despacio que tengo prisa; pero ojo, que quién apresura su muerte apura... Por no hablar de que quien canta su mal espanta, aunque para comer y cantar has de estar loco de atar... Total, que así una pues no se acaba de aclarar.

jueves, 10 de abril de 2008

AD HOC

He decidido crear un blogg porque me ha parecido una gran oportunidad para plasmar en algún sitio los pensamientos que me pasan por la cabeza. Intentaré hablar un poco de todo: actualidad, cine, manga, sentimientos, libros, música... Me he propuesto dar una o dos entradas semanales; aunque, quizás, al principio las dé diariamente.
Siempre me ha gustado escribir por lo que afronto este reto con gran ilusión. No sé si me leerá mucha gente... de hecho no sé si me leerá alguien; tampoco es que me quite el sueño, pues este proyecto lo hago un poco por mí. No obstante todos los ojos curiosos que acaben en este pequeño blogg serán bienvenidos.
A disfrutar y un saludo a tod@s