lunes, 2 de marzo de 2009

Retazos de una infancia feliz

Hoy, no sé por qué, ha venido a mi memoria el recuerdo de una vieja higuera que teníamos en la casa del pueblo. Era una higuera enorme, situada en el centro del patio, rodeada por las demás plantas, más olorosas, más coloridas... Me encantaba ese árbol. La recuerdo desde siempre allí, grande, robusta, expentante... Como un gran gólem, confeccionado en madera y hojarasca, que vigila, que protege... Me gustaba sentarme en la azotea por la tarde y escuchar el sonido que hacían sus ramas y sus hojas al ser acariciadas por el viento. Me encantaba verla a medío dia, cuando más castigaba el sol extremeño, dando cobijo a un grupo de avispas atraídas por la humedad de sus frutos... Adoraba sus hojas, porque aunque bastas, lucían siempre verdes. Por las tardes, aprovechando la luz tardía del estío, me bajaba a su lado, me apoyaba en su tronco y me arreglaba bajo sus ramas. A veces, mirando las hormigas subir por su grueso tronco, me preguntaba a cuanta vida daba cobijo aquel gigante. Me asustaba por la noche con el éstrepito de sus frutos al chocar contra el suelo. Me maravillaba ver como las brevas que anunciaban el principio del cálido verano se transformaban en dulces higos, que pronostican el fin del mismo y el inicio del nuevo curso escolar... Le tenía un cariño enorme.

Una semana antes del inicio de curso de 8º de EGB, ojeando con sumo entusiasmo los libros nuevos, impregnados de quel olor característico, me llevé una grata sorpresa. Abrí el libro de lengua castellana y ahí estaba, en el inicio del tema 9, una gran higuera dibujada que ilustraba un poema de Juana de Ibarbourou. 'La higuera', se titulaba. Leí aquel poema y me percaté de que describía de una manera exhaustiva mis sentimientos hacia la higuera de mi pueblo. Me lo aprendí de memoria con el fin de poder recitárselo a mi cómplice vegetal, y así lo hice durante los siguientes veranos. Muchas tardes, apoyada en su tronco, muy bajito, le recitaba aquella poesía.

El caso es que mis tías talaron la higuera hará 4 años. Estaban muy mayores y les resultaba muy difícil retirar los higos y las hojas que caían cada día del árbol. Cuando mi madre me llamó por teléfono y me dijo que la habían talado se me hizo un nudo en la garganta. Luego lloré con la amargura de a quien le arrebataron un amigo de la infancia, un retal de su vida. Y aquella tarde, recité para mis adentros los versos que tantas veces le susurré.

La higuera

Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos,
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.

Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se viste...

Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
«Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto».

Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!

Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:

¡Hoy a mí me dijeron hermosa!

5 comentarios:

Isabella dijo...

A veces nos gustaría que todo permaneciese como cuando eramos niños... y a veces es duro ver la evolución.

Tengo recuerdos bastante bonitos de cuando era niña en una zona del río... ¬¬ ahora aquello se ha convertido en un estercolero.

Joruji dijo...

Yo tambien conservo buenos recuerdos de este árbol: el pueblo de mi abuela (en Extremadura) esta lleno de ellos y yo de pequeño siempre iba con la familia a recoger higos.

Todo es más efímero de lo que pensamos,(sobre todo lo que apreciamos) parece que todo seguirá igual pero al final siempre muere y nos damos cuenta demasiado tarde...

PD: dicen que la higuera es el árbol que mejor sombra da...

Salu2

Anónimo dijo...

¡Qué recuerdos!

Yo también tenía una higuera en el patio de mi casa :)

RaVeuS dijo...

Te he dado un premio ^_^

http://pervermayu.blogspot.com/2009/03/un-par-de-premios.html

Que te leo aunque nunca te comente ^^U

pau dijo...

Qué potito :)
Me has recordado algo de mi propia infancia; mis primas y yo decidimos un día agenciarnos un árbol cada una en la casa de nuestro abuela. L se pidió el chopo, W el sauce llorón, la burra de I el pino más feo de la finca y yo el magnolio. Con la tontería siempre lo consideré (y lo sigo haciendo!)como algo propio e intransferible, a pesar de que al árbol posiblemente le tirase de un pie que una mocosa lo considerase de su propiedad.