La soledad le oprimió el pecho hasta
dejarla sin respiración. Intentó tomar una bocanada de oxígeno, un
respiro para seguir adelante, pero el aire quemó sus pulmones.
Quería correr hacia delante, pero estaba paralizada.
Sintió el escozor en sus ojos, sus
lágrimas ardiendo por salir; pero no tenía ni siquiera fuerzas para
dejarlas escapar… Y tenía que seguir hacia adelante, aunque no
brillara el sol.
No es que el sol brillara antes, el sol
había dejado de brillar hacía mucho tiempo; pero hasta ahora sus
ojos no habían mirado directamente al cielo… No es que el camino
fuera distinto ahora… El camino era igual desde hacía millas…
Pero acompañada parecía todo mucho más liviano…
Intentó sacudirse con fuerza, gritar,
espantar la soledad y el miedo que la mantenían presa en aquel
punto. Lo intentó con todas sus fuerzas… Pero a veces nuestro
empeño no es suficiente…
Las piernas le flaquearon y se sintió
desfallecer… Los oídos le zumbaban, las lágrimas le nublaban la
visión, tenía la garganta en carne viva… Y poco a poco se fue
apagando todo… Y ella casi agradeció esa privación de los
sentidos… Y ella cerró los ojos con fuerza y se dejó caer con
todo el peso de su cuerpo, con todo el peso de su desolación…
Y mientras caía sonrió, porque a
nadie le gustan las chicas tristes.