viernes, 29 de octubre de 2010

Apagué el motor del coche y clavé mi mirada en el viejo portón de madera. Se veía sólido e imponente, a pesar que los años había hecho mella en él. Imaginé como sería la vieja puerta cuando la colocaron a principios de siglo. Me imaginé la madera sin grieta alguna, luciendo un castaño radiante; con su manilla y su cerradura dorada resplandecientes, emitiendo destellos de oro bajo el sol extremeño.

Siempre me había gustado la casa de Azuaga, tan grande, tan elegante… Siempre me he imaginado a la casa como una mujer burguesa de finales del XIX, inmersa en pleno romanticismo.

Bajé del coche y empujé el portón, que cedió emitiendo un sonoro chirrido. “Bienvenida a casa”, pensé. Crucé el zaguán y me embargó un aroma a vainilla que emanaba desde la cocina. Los recuerdos de mi infancia empezaron a golpear con fuerza. El tic tac del reloj, el sonido de las aspas del molinillo azul, el golpeteo de las ramas de la higuera contra las ventanas, el olor a café… Todos esos sonidos y sensaciones eran parte de mi juventud.

De repente me sentí tremendamente pequeña y sola. La tristeza me empezó a oprimir el pecho. Ya no se escuchaba la radio de mi tía Consuelo, ni la eterna tos de mi tío Manolo… La risa de mi tía Julia ya no resonaba por aquellas paredes… Suspiré y esbocé una sonrisa nostálgica. Una sonrisa fruto de la alegría que me provocaba pensar en lo tremendamente feliz que me habían hecho esas personas, en la dicha de mis meses estivales, en el cariño que me había demostrado siempre… Porque mis recuerdos, como aquella puerta de madera, se habían impuesto al paso del tiempo…

Porque os echo de menos cada día, pero siempre estaréis vivos en mi corazón.

viernes, 19 de febrero de 2010

Nostalgia

La arrancaron de su patria hacía poco más de 3 décadas, cuando aun era un infante sin conciencia ni noción.
Ella nunca lo supo y sin embargo siempre la acompañó ese sentimiento de no pertenecer a ningún sitio, de no estar en el sitio adecuado… No tenía una vida desgraciada y sin embargo por las noches la asaltaba un sentimiento extraño de agonía que la hacía estallar en lágrimas.
Sus ojos eran grandes, del color de la yerba recién cortada, hermosos… Y sin embargo nadie los envidiaba; porque se hallaban reflejados en ellos la tristeza.

Nunca nadie le preguntó, por lo que ella misma dejó de buscar respuestas hacía una eternidad; quizás no había nada que preguntar. Intentó subyugar ese constante sentimiento de pérdida bajo una máscara de alegría: mientras más latente era su pesar más grande era su sonrisa.
Su sonrisa era amplia, blanca, cálida, hermosa… Y sin embargo nadie la codiciaba porque destilaba amargura.

Intentó ocultarlo y lo ocultó de hecho, al menos durante unos años. Pero la negación y la mentira tienen un rasgo común y es que tarde o temprano tienden a salir a la luz… Y entonces suelen ser mortíferas.
Así volvió la desdicha con más fuerza que nunca, más destructiva… Y las lágrimas no sólo empezaron a asaltarla por las noches, sino que a todas horas estaban presentes. El vacío y la desesperación estaban ahora siempre presentes. Intentó luchar contra ello, quizás no lo suficiente, quizás no de la manera adecuada y al final cayó presa de una enfermedad a la que nadie sabía darle nombre y de la que nadie hallaba cura.
Y se consumió poco a poco, con la bruma de la tristeza impregnándola, con la sensación de no pertenecer a ningún sitio… Y se convirtió en un cadáver gris y pálido.

Entonces la devolvieron a su patria para darle sepultura, la llevaron a aquel lugar que ella siempre desconoció pero al que siempre tuvo presente. Y al dejar el cuerpo inerte sobre la tierra mojada pasó algo asombroso: el cuerpo retomó un ligero color y el gesto compungido se tornó en un gesto dulce de descanso… La vida no volvió, pero sí lo hizo la esperanza.

Una leve brisa sopló de repente haciendo agitar a los sauces sinuosamente las ramas. El viento pronunciaba una palabra: nostalgia.

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Etimología de la plabra 'Nostalgia':
Esta palabra consiste en un cultismo introducido por el doctor suizo Johannes Hofer en 1688. Lo utilizó en una tesis que descibía una enfermedad agónica, sufrida por un sirviente y un estuidante, que se curaba milagrosamente al regresar al hogar.
Buscó entonces una palabra que designara en todas las lenguas el vocablo alemán 'Heimweh' que venía a nombrar el ‘deseo intenso de estar en casa’, el ‘sufrimiento por estar separado de la familia’.
La palabra nostalgia viene del griego νοστος (nostos = regreso) y αλγος (algos = dolor ). La nostalgia es la pena de verse ausente de la patria o de los amigos.